jueves, 22 de julio de 2010

Sin rencores.

Y a pesar de que le amé más que a mi propia vida, él apenas pudo quererme. No le reprocho nada, aquella que no supo cómo derretir su corazón o quizás la que forzó al destino más de lo que debía fui yo, no él, quien tan sólo se mintió con una idea tan tonta como la de amarme.
No es mi autoestima la baja, es mi realismo el alto, porque siempre he dicho que se ama incondicionalmente a sólo una persona, y esa persona ya había llegado a él mucho antes que yo.
Ni dinero ni balas ni caricias podrán cambiar el sentimiento por aquella muchacha provinciana con mirada de víbora, nada; ni yo haré el intento de hacerlo.
Sólo me quedaba decir adiós, ¿y saben lo que hice?... Le dije adiós.

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