Viernes por la noche.

-¡Camina hueona, camina!-me decía una voz que al parecer era de mujer.
Quise caminar, pero mi cuerpo parecía trapo. "Vamos, vamos" pensé, y creo que funcionó, porque ahora me encontraba en movimiento.
-¿Y el... Felipe?-pregunté con gran esfuerzo, pues mi lengua, al igual que mi cuerpo, ya no funcionaban bien.
-Se fue.
-Jaja, ¿y no te dijo nada?, jajajaja.
-Que lo agregarai a MSN-dijo completamente enojada la voz.
-Jajajajajajajaja, wena, eso haré... creo que tengo el...-inmediatamente caí, quizás sobre qué, pero ya ni ganas de respirar tenía.
-¡Pero Cata por la cresta!-dijo mientras me ayudaba a sentarme-, ¿Cómo querís que le explique esto a tu mamá?
-¡Ay hueón! No hay nada que explicar, si apenas me tomé un vaso... creo.
-Ya hueona... tú sólo quédate callada cuando entremos a tu casa, y yo después te ayudo a subir las escaleras.
-¡Escaleras y la conchatumare!

Desperté. La pieza estaba iluminada por el sol más brillante que había visto en mi vida, me encontraba con ropa dentro de las sábanas de mi cama y junto a mí un bulto dormía plácidamente, era mi amiga, la misma que me había ayudado anoche parece.
-¿Y vó que hacís acá?-le pregunté a mi amiga zamarreándola para que despertara, y junto con eso, un dolor inmenso se apoderó de mi cabeza, yendo y volviendo, yendo y volviendo, como un martilleo constante.
-Acompañándote po hueona, ¿acaso no te acordai que me pediste que me quedara anoche?-me dijo sonriendo.
-¿En qué momento te pedí eso?
-Cuando te pusiste a llorar por ese imbécil, jajajaja.
-Wow, creo que me excedí un poco.
-No me digas.
Ambas reímos.
-Bueno-dije yo-, ¿y qué se teje para esta noche?
Mi amiga me miró con una cara de consternación increíble.
-¡Tú estás loca! Acabas de enterarte que te curaste ¡¿y quieres salir de nuevo?!
-Obvio huachita, la vida es una sola-sonreí-, ahora si me permite, este yo debe ir a vomitar al baño antes de que lo haga encima tuyo.